Con ollas enormes al fuego y garrafas que sostienen el calor en las frías mañanas neuquinas, un grupo de mujeres cocinó lentejas para vecinos y vecinas del oeste de la ciudad. La actividad se realizó en la plaza del barrio Almafuerte y fue organizada por trabajadoras de centros de salud junto a organizaciones sociales como la CTEP, el Polo Obrero y el FOL. El objetivo fue poner en evidencia lo que, según denuncian, ya es una emergencia: en Neuquén hay hambre.
“El Estado se corre de su obligación de garantizar los derechos de la población y transfiere el esfuerzo a los trabajadores y organizaciones sociales, a quienes además persigue y criminaliza”, plantearon en el comunicado que convocó a la olla popular bajo el lema “Salud es comer todos los días”.
En la provincia que bate récords de producción de gas y petróleo, la escena de una olla popular ilustra una contradicción cada vez más visible: el crecimiento económico no se traduce en acceso a derechos básicos para los sectores populares. “Las compañeras de salud nos convocaron porque la falta de comida en la gente más vulnerable ya es una situación límite”, expresó Soledad Urrutia, referente de la CTEP. “Una garrafa cuesta más de 25.000 pesos y no hay plata para sustentar la olla. Con una canasta básica que supera el millón de pesos, no se puede vivir”, agregó.
Desde los centros de salud, profesionales advierten que la situación se repite todos los días. “Vienen personas angustiadas porque no tienen para comer o ya están en situación de calle. Adultos mayores que pasan el día con un mate y una comida sola”, contó Soledad Apaz, trabajadora social del centro de salud de San Lorenzo Norte. “Esto tiene consecuencias físicas y emocionales, y las respuestas del gobierno son escasas. Terminamos resolviendo con las organizaciones sociales”.
En el mismo sentido se expresó Sol Martín, también trabajadora social. “No hay leche para los chicos desde hace más de un año. Hicimos una presentación a finales del año pasado y nunca tuvimos respuesta. Los módulos alimentarios no llegan o son insuficientes, y su contenido no responde a las necesidades nutricionales de las familias”.
Las críticas apuntan al gobierno provincial que, según los manifestantes, ha desmantelado la asistencia social y trasladado la entrega de ayuda a los Centros de Promoción Comunitaria (CPC), donde aseguran que tampoco hay respuestas. “El gobierno de Figueroa no tiene nada que envidiarle a la motosierra del gobierno nacional”, denunció César Parra, del Polo Obrero. “La tarjeta alimentaria es de 30.000 pesos y se entrega una vez por mes, si se logra superar todos los trámites. En los barrios populares hay compañeras con enfermedades oncológicas que no tienen garantizado ni un plato de comida”.
Durante la jornada también participaron referentes de ATEN Capital. Además, se acercó hasta el lugar, la diputada provincial de Unión por la Patria, Lorena Parrilli, se hizo presente en la actividad.
Entre cucharones y platos humeantes, las trabajadoras de la salud y las organizaciones sociales compartieron algo más que un guiso: compartieron un diagnóstico que atraviesa barrios enteros y que no encuentra respuesta estatal. “No hay directamente para comer, pasan hambre”, resumió Sol Martín. Y ese fue el mensaje que intentaron dejar claro, desde el corazón de un barrio del oeste neuquino, a metros de donde el país sueña con la salvación, gracias a Vaca Muerta.
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