Presentaron en la Legislatura de Neuquén un proyecto de reparación histórica a la comunidad travesti, transexual y transgénero mayores de 40 años.
Katiana Villagra, coordinadora de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina junto a la presidenta de la Mesa por la Igualdad Neuquén, Daiana Torres presentaron en la Legislatura de Neuquén un proyecto para concretar una reparación histórica dirigida a integrantes de la comunidad travesti transexual y transgénero, víctimas de algún tipo de violencia, vulneración y discriminación que haya impedido el ejercicio pleno de sus derechos y libertades.
El reconocimiento consiste en una reparación económica mediante una prestación “mensual, vitalicia e inembargable”. El monto equivaldrá al contemplado para la categoría FUD del escalafón administrativo del Poder Ejecutivo y solo podrán acceder al beneficio quienes superen los 40 años y hayan hecho el cambio registral para acreditar la identidad de género.
“Aunque de ninguna manera vamos a poder compensar la violencia que padecieron las personas, las mujeres trans adultas porque morimos en la total indigencia”, lamentó Katiana Villagra al explicar que la compensación será económica en una entrevista en Radio y Televisión de Neuquén. En este sentido, subrayó que a pesar del avance en materia de leyes en Argentina, las personas trans mueren en la pobreza al no acceder a la educación, la vivienda. “Solamente en el trabajo sexual hemos quedado relegadas de un montón de derechos”.
La reparación se encuadra en una “pensión reparatoria”. Retoman el marco constitucional nacional en los preceptos de igualdad y no discriminación, así como los tratados de orden internacional a los que adhirió el país.
“Tenemos un registro que nos envió el Registro Nacional de las Personas para las mujeres trans de 40 años. Tenemos sólo 36 compañeras adultas. No es un número tan significativo, económicamente hablando. Las mayores de 40 somos muy, pero muy poquitas”, dijo Villagra. La reparación consistirá en dos salarios mínimos.
“En la capital de los Derechos Humanos no se puede abandonar a una población que se sigue muriendo en promedio a los 42 años”, alertó. “Necesitamos el cambio cultural real hacia nuestra comunidad y poder esperar que las nuevas generaciones puedan realmente tener una inclusión real”, finalizó la coordinadora de ATTA.
