Por Mauricio Rojas
La Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), ubicada en Arroyito en la provincia del Neuquén, ha sido un pilar fundamental del plan nuclear argentino desde su construcción. Fernando Lisse, responsable de negocios de ENSI, compartió detalles sobre la evolución y el impacto de esta instalación estratégica.
La historia de la PIAP comenzó cuando cuando se diseñó el plan de núcleo generación en los años 70 como continuador del plan nuclear Argentino que había iniciado el peronismo en los años 50 que tiene como hito la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) el 31 de mayo de 1955.
El plan contemplaba la construcción de nueve centrales nucleares, aunque la dictadura lo redujo a seis. La tecnología elegida fue la del agua pesada, destinada a abastecer esas centrales. Sin embargo, hoy Argentina solo cuenta con tres centrales nucleares en operación.
“Luego de estudiar los ríos del país, se descubrió que los que más concentración de agua pesada tenían era el Paraná y el Limay y por las características del Limay y estar en un nodo energético se definió hacerla acá”, contó Lisse.
La construcción de la planta en Arroyito, empezó en 1983, aunque su desarrollo se vio interrumpido por la crisis económica del gobierno de Raúl Alfonsín. Según Lisse, “después de un párate de la obra con un 80% de avance, y cuando asume Carlos Menem en 1991, se reactiva el proceso de montaje final de construcción, y en 1993 se pone en marcha por primera vez”.
Según Lisse, quien es diplomado en tecnología y gestión de la energía e integrante de la comunidad de líderes Energéticos de la WEC (Comité Mundial de Energía, integran 163 países. CACME (Comité Argentino del Comité Mundial de Energía), por acuerdo con Canadá, Menen decidió terminarla y ponerla en marcha para devolver el agua pesada alquilada al país del norte, para la central Embalse Río Tercero.
La PIAP es propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y su construcción demandó una inversión del orden de los 1000 millones de dólares. Como ya dijimos, esta obra se realizó en el marco de un Plan Nuclear Argentino para satisfacer la demanda de Agua Pesada, elemento estratégico, para las Centrales Nucleares cuyos reactores operan con uranio natural como combustible.
A los fines de una operación acorde a las necesidades de una Planta en Operación, se crea el 21 de diciembre de 1989 a ENSI S.E. cuyo capital societario se encuentra conformado por un 51 % por parte de la provincia del Neuquén y un 49% por parte de la CNEA.
“ENSI, cumplió los objetivos para los que fue creada, finalizó la construcción de la PIAP, afrontó con éxito la puesta en marcha de este complejo industrial único en el mundo (prototipo), y obtuvo agua pesada calidad grado reactor”, señaló Lisse.
La historia reciente de la PIAP estuvo marcada por la inestabilidad y los cambios de gobierno
“Siempre que hay gobiernos liberales se para por los acuerdos con Estados Unidos”, afirma Lisse. “La planta Atucha I fue terminada durante la presidencia de Néstor Kirchner, con Julio de Vido como ministro de Planificación”, destacó. Sin embargo, el proyecto fue nuevamente frenado bajo la administración de Mauricio Macri y tampoco tuvo continuidad bajo la presidencia de Alberto Fernández, afectado también por la pandemia.
En la actualidad, Lisse cuenta que “la administración de Javier Milei no tiene un plan nuclear definido”. Esta falta de continuidad no solo afecta la generación de energía nuclear, sino también otros sectores vitales. “El sistema nuclear argentino abastece al 100% de la salud, tanto pública como privada. Cada vez que nos vamos a hacer un diagnóstico o un tratamiento contra el cáncer, los insumos provienen de la Comisión Nacional de Energía Atómica”, explicó Lisse. Además, el cobalto-60 utilizado en numerosos diagnósticos y en la industria es producido en la central nuclear de Embalse.
Desde 2017, la planta está paralizada. Según Lisse, “el macrismo, con (Juan José) Aranguren como ministro de Energía, comenzó un proceso de vaciamiento no solo tecnológico, sino de recursos humanos. La planta es única en el mundo y lleva mucho tiempo capacitar técnicos y profesionales para su operación y mantenimiento”. Agregó que “el daño más grave fue la reducción de personal, que pasó de 436 trabajadores a solo 81”.
El siguiente es el historial de producción a la fecha:
En la actualidad, para Lisse, «para alistar la planta y ponerla en marcha con la cantidad de trabajadores actuales sería imposible. Se necesita adecuar sectores obsoletos en tecnología como el sistema de control y parte eléctrica, modernizar equipamientos y capacitar unos 250 trabajadores durante 18 meses a 2 años».
Lisse resaltó la importancia estratégica de la PIAP en la vida útil de las centrales nucleares argentinas y en las oportunidades de exportación de agua pesada para usos medicinales e investigativos.
La falta de continuidad en los planes de gobierno impactaron negativamente en la PIAP. «Se firmaron contratos para la conservación y mantenimiento con el gobierno anterior, pero con la nueva administración se han presentado retrasos», mencionó Lisse. Esta situación no solo afecta a los empleos directos en la planta de agua pesada, sino también a otros sectores como el oil and gas, donde ENSI también opera.
El futuro de la Planta de Agua Pesada
En cuanto al futuro de la PIAP, Lisse sugiere una estrategia dual. «Lo ideal sería reactivar la planta para producción de agua pesada y simultáneamente explorar la construcción de una planta de fertilizantes u otra industria química anexa. Esto no solo reduciría costos y haría más competitivo el producto en el mercado internacional, sino que también crearía empleos de alto valor agregado en la región».
Lisse, también subrayó que el estudio de factibilidad para la construcción de una planta de fertilizantes está realizado por ENSI junto con Haldor Topsoy de Dinamarca. “Es quien diseñó el reactor de amoniaco. La planta fue diseñada para tener una planta de fertilizantes anexa como tiene y tuvieron todas las plantas de agua pesada del mundo”.
“Además de ser importante para la PIAP, y el sistema nuclear argentino, es algo que debería impulsar promover y buscar inversores y/o financiamiento el gobierno provincial dado que es ponerle valor agregado a nuestro gas en origen y generaría puestos de trabajo de alto valor agregado en la región y dejaríamos de ver cómo se va el gas por caño para que genere empleo en otras provincias en el mejor de los casos o en otros países como pasa con la exportación”, finalizó.