Vientos de Libertad: una casa para jóvenes con adicciones en el Norte neuquino

Por Mauricio Rojas

En el norte neuquino, en un pueblo de pocos habitantes, donde lo que abunda es el silencio y la tranquilidad, funciona desde hace dos años la casa de Vientos de Libertad.

Trabajan interdisciplinariamente en la construcción de un tiempo y un espacio que permita fortalecer y generar lazos sociales a los sujetos con problemáticas adictivas. Actualmente hay doce personas que luchan todos los días contra esta enfermedad.

La casa para el tratamiento festejó su segundo aniversario, aunque sus responsables dicen que empezaron un tiempo antes pero tuvieron que superar muchas dificultades. “Nos costó un montón armar la casa, fueron muchas peleas” contó Santiago Arizio, referente nacional del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), quien además recordó: “Al principio se armó un flor de lío en el pueblo porque no querían la casa, decían que íbamos a traer pibes chorros, adictos, asesinos”.

Actualmente la casa de Vientos de Libertad  funciona en una chacra que queda a pocos kilómetros del pueblo, hay 12 personas que intentan dejar atrás esos días de consumo de drogas. Algunos son de Neuquén capital y otros de Río Negro.

“Los compañeros están en proceso” así se refiere a ellos Emanuel Castro, uno de los coordinadores. Y contó que priorizan “la ternura”, el buen trato. Por eso, es una comunidad de puertas abiertas, “no están obligados a permanecer, no trabajamos desde el control ni el castigo”. Abordan en forma integral e interdisciplinaria estas problemáticas complejas conforme a lo previsto por la ley nacional de salud mental.

En el predio, además de las habitaciones donde tienen que compartir el espacio, tienen una cocina, una biblioteca donde hay una estufa a leña para mantener el calor en un lugar donde el frío se hace sentir, y en las paredes se puede leer un Nunca Más, y en otra la cara del Che.

También tienen un invernadero, y un espacio para sembrar verduras, y algunas gallinas y otros gansos. De todas esto se tienen que ocupar a diario. “Uno de los objetivos es que tengan actividades relacionadas a la ruralidad” contó Emanuel.

“Todas las actividades que se hacen en la casa tienen que ver con la identidad rural y con la vuelta de los pibes al campo, a la ruralidad” afirmó. También cuentan con espacios de formación, en carpintería, en apicultura y cortes de abobe.

“En el lugar intentamos que puedan pensarse, tener un proyecto de vida”, dijo, pero advirtió que “es muy difícil porque los pibes que llegan acá llegan rotos, atravesados por un montón de violencia”.  El coordinador explicó que desde el equipo siempre intentan brindar “ese espacio de ternura, para abrazar a los pibes, para garantizar un lugar seguro, para que elijan seguir estando acá. De alguna manera nos encargamos de que sea más llevadero para ellos”.

Arizio, además se refirió a las dificultades que tuvieron al inicio con la ministra de Salud, Andrea Peve. Vientos de Libertad apuesta a un abordaje comunitario como plantea la ley de salud mental. Sin embargo, las autoridades provinciales no querían que estos espacios de atención y tratamiento comunitario se desarrollen. “No querían estos espacios comunitarios de salud, es decir, en el territorio de Neuquén”.

En ese sentido aseguró que “la ley de Salud Mental establece los espacios convivenciales en coordinación con la sociedad civil, las organizaciones de la sociedad civil, para trabajar la salud comunitaria”. La ley plantea que “todos los organismos de salud tienen que articular con las cooperativas, son asociaciones, con toda la parte comunitaria y trabajar en un abordaje terapéutico socio-comunitario”, subrayó Santiago Arizio.

La comunidad permite brindar un tratamiento terapéutico, la construcción de un tiempo y un espacio grupal, pero con un recorrido singular para cada persona que llega en busca de ayuda. El tiempo que permanece cada “compañero” en el lugar depende de cada uno, pero ronda el año a un año y medio. En algunos casos puede ser menos.

Vientos de Libertad es la rama del MTE que trabaja y lucha para que los pibes y pibas de barrios populares que atraviesan la problemática del consumo de drogas puedan transformar sus vidas, desde una mirada integral y comunitaria.